-¿Cómo llevas el
examen?
Una voz femenina y
conocida hizo que Eros levantara la mirada del libro. Ante él se hallaba una de sus compañeras de clase. Observó a la
muchacha de ojos inquisitivos durante unos instantes.
-Bien.
Respondió al fin.
Eros no era un chico muy hablador, y menos con la gente que le caía
mal. Tras dedicarle una neutra mirada volvió la vista al libro. La
chica, al ver su actitud se marchó con un suspiro exasperado.
Algo en el bolsillo
de Eros llamó su atención. Era un mensaje de Cloud; “tío, ven a
la sala de exámenes, el profesor está a punto de llegar”. Eros
cerró el libro y recogiendo su cartera del suelo, donde estaba
sentado hace unos instantes, se encaminó hacia allí.
Subió las escaleras
de dos en dos, con su gracia y agilidad felina. Al llegar al segundo
piso, donde estaba la sala de exámenes vio a toda la gente de su
clase esperando fuera.
En un rincón,
apoyado en la pared, estaba Cloud, su pelo azul eléctrico era
inconfundible. Se acercó a él con una sonrisa crispada.
-Pensé que el
profesor ya venía -le espetó a su amigo.
Cloud ladeó la
cabeza y le miró de reojo.
-¿Te crees que por
estudiar cinco minutos más te vas a saber todo el temario? -la voz
de Cloud ocultaba una diversión que se reflejó en sus ojos.
Eros le fulminó con
la mirada. A continuación abrió el libro y recitó en su cabeza
<<Una
célula
es
la unidad
morfológica y
funcional
de
todo ser vivo...>>.
Suspiró, sabía que iba a suspender el examen de ciencias y quedaría
en evidencia delante de Cloud. Pasó la mano por su pelo rojo como el
fuego. Obviamente teñido. A las 11:30 sonó la campana que daba por
finalizado el descanso. Éste cerró el libro y lo guardó en la
cartera. Sacó un bolígrafo, pues solo le dejaban tener eso encima
de la mesa durante el examen.
Al
final del pasillo se pudo ver al joven profesor de ciencias que se
encaminaba hacia ellos. Abrió la puerta y Eros fue directo a un
sitio que estuviera cerca de la ventana.
Se
dejó caer sobre la silla y observó por la ventana. Había una masía
que en antaño había pertenecido a uno de los ricachones del
estúpido pueblo donde residía Eros. Estaba toda cubierta de malas
hierbas, que crecían salvajes por la tierra, los establos abiertos y
sin aquellos majestuosos animales. A lo lejos, junto a un árbol vio
un pequeño carro de juguete color rosa. Se inclinó sobre la ventana
de acero, apareció una niña de cabellos dorados y vestido rosa con
un muñeco. Algo se agitó en su interior. <<¿Qué demonios
hacía una niña en un sitio como aquel?>> pensó Eros. Se giró
hacia Cloud, que mordisqueaba distraídamente la tapa de su
bolígrafo mientras miraba al infinito.
-¡Cloud!
-llamó Eros en un susurro a su amigo.
Cuando
este le miró con el ceño fruncido habló:
-Mira
-señaló con la cabeza la vieja casa en ruinas devorada por las
plantas silvestres.
Cuando
Eros y Cloud miraron ni la niña ni el carrito estaban allí.
-¿Qué
quieres que mire? -la voz de Cloud sonó molesta.
-Nada.
El
profesor dejó el examen frente a Eros, cuando volvió a mirar la
niña estaba metiendo el muñeco dentro del carrito. Un escalofrío recorrió la columna de Eros, estaba
decidido, cuando terminara el examen iría a ver qué pasaba.
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